lunes, 28 de noviembre de 2011

el duende de ladrillar

Últimos días de febrero de 1907, El Ladrillar, pequeña aldea ubicada en lo más profundo de las Hurdes extremeñas. Al caer la noche, unos gritos guturales resuenan por las callejuelas empedradas. La gente corre a encerrarse en sus casas y tan apenas unos pocos se atreven a observar tras los empañados cristales, como un extraño y pequeño ser de extremidades cortas y cabeza desproporcionada, se pasea sin rubor flotando en el aire por las afueras del pueblo, acompañado por dos pequeñas luminarias.
Estos hechos, que ahora os contaré con más detalle, pueden parecer a priori el argumento de una película de serie B de los años setenta, pero tales sucesos fueron reales, y así quedaron registrados en diversas actas oficiales de la época por vía del párroco Isaac Gutiérrez, que semanas después de vivir en primera persona estos insólitos hechos, los relató a viva voz en el primer congreso de Hurdanofilos celebrado ese mismo año en Plasencia, ante toda una cohorte de personajes acaudalados e influyentes y ante el mismísimo obispo de Cáceres y Coria.

Hasta hace unas décadas, los testimonios de los ancianos que vivieron los acontecimientos de aquellos 26,27 y 28 de febrero, respaldaban con gran exactitud los legajos con el testimonio del párroco, que se conservan todavía en el Archivo Episcopal de Cáceres. También se conserva el acta de defunción de la pequeña María Encarnación Martín, que señala que el óbito se había producido por causas absolutamente desconocidas, y que cayó fulminada ante el fulgor de una de las luminarias que acompañaban al que, desde entonces, se conoce como “el duende de Ladrillar”.
El duende apareció un día sin aviso previo, en las cercanías del cementerio de la pedanía y lo volvió a hacer durante los dos días posteriores para desaparecer sin dejar huella y no volver jamás. Según Isaac Gutiérrez, “el duende vestía ropajes ceñidos y oscuros enfundados en un menudo cuerpo, la cabeza era desproporcionada por lo grande, y las extremidades cortas”. Descripción que a todos nos puede sonar hoy en día a los típicos encuentros con personajes supuestamente de origen extraterrestre, pero que en aquellos tiempos todavía era un concepto completamente desconocido, y todavía más para unas tierras como las Hurdes, aisladas del mundo y completamente ignorantes en estos aspectos.
Serafina Bejarano Rubio, que vivió aquellos sucesos cuando tenía 9 años, lo relataba del siguiente modo: “Yo tendría nueve años. Y todo lo recuerdo perfectamente como si hubiera pasado hoy. Fueron tres días los que se apareció aquel “tío”. Venía volando, a no mucha altura y perseguido de dos luminarias redonditas y fueres. Casi nunca hacía ruido, pero a veces gritaba…, era como un “uuuua, uuuuua” que nos ponía de miedo. La gente se arrejuntaba en aquella placilla de abajo y veíamos cómo aquel demonio flotaba hasta esa arboleda de ahí enfrente. Uno de los días llegó a aposarse muy cerca del cementerio. Daba como un “rivoloteo en el aire” y volvía otra vez para una casa de allí. Estábamos muy asustados… todos le teníamos miedo. Luego hubo un día que no volvió más y por eso se quedó lo del duende. Dicen que el cura lo expulsó, que llegó a pelearse con él. Pero eso ya no lo sé. Iba vestido de negro y era chiquito, chiquito… parecido igual a un mono. Yo tenía nueve años… pero nunca podré olvidarlo”.
En otro momento, según cuentan las actas, una de las luminarias que acompañaban al llamado duende sobrevoló a un grupo de chiquillos entre los que se encontraba la misma Serafina Bejarano. El párroco siguió la escena desde el pórtico de la iglesia y observó, al igual que multitud de asustados vecinos, cómo una jovencita de tan sólo cinco años caía al suelo de modo fulminante. La pequeña María Encarnación moría días después del suceso, el 2 de marzo, sin que nada se pudiese hacer por salvarla y sin una causa concreta o conocida para su muerte.
¿Que ocurrió realmente durante aquellos tres lejanos días de 1907? Los más escépticos opinarán que todo esto no son más que cuentos de viejas, otros dirán que algo sucedió pero que se ha sacado de contexto

lunes, 14 de noviembre de 2011

Es la segunda vez que ocurre un fenómeno parecido en la imagen. La primera sucedió hace cuatro meses, cuando la estatua derramó primero lágrimas con olor a rosa y después de sangre, en 12 ocasiones sucesivas.“Nos sentimos todos conmovidos ante este nuevo milagro”, relatan los devotos que asisten frecuentemente a la capilla particular ubicada en el barrio San Pedro (perteneciente a la familia Arévalo-Urquidi).La expresión fue descubierta por un feligrés cuando observó que a la estatua mariana expuesta junto al altar del Cristo de las Lágrimas de San Pedro volvió a inundársele de sangre el ojo derecho y, posteriormente, el izquierdo.
Inmaculada Concepción en Cochabamba



El dueño de la estatua de la Virgen que, según se informa, lloró lágrimas de sangre en dos ocasiones en enero y abril del 2006, ha dicho que está experimentando visiones de la Virgen Maria en la colina Nadur del Borġ en Birżebbuġia.

Según Angelik Caruana, si la gente cree, habrá una señal de la Virgen de que los mensajes y apariciones están siendo transmitidos por ella en la misma colina. El señor Caruana había experimentado visiones de la Virgen en tres diferentes iglesias antes de octubre del 2006. El hombre ahora ha agregado que él también ha experimentado visiones de la Virgen Maria en la colina Nadur del Borġ numerosas veces.

Hablando el domingo durante una reunión de oración del MIR en la Santa Parroquia de la Trinidad en Marsa, el señor Caruana dijo que en la aparición que ocurrió el 1 de diciembre, la Virgen le dijo que Dios la enviara a la colina Nadur del Borġ para llamar a la conversión. La Santa Madre le dijo al señor Caruana que el 28 de noviembre deseaba aparecérsele en la colina. Durante la aparición que ocurrió tres días más tarde, también estaban presentes la esposa del señor Caruana, Catherine, y un sacerdote, fray Hayden. Según el señor Caruana, esta visión fue diferente de otras que había experimentado antes, con una luz brillante emergiendo del cielo que parecía una bola de fuego. Una vez que terminó la visión, fray Hayden le pidió al señor Caruana que pusiera un crucifijo en el lugar en donde vio aparecer a la Virgen Maria.

la leyenda de los niños llorones (cuadros malditos)

Al finalizar la guerra, Amadio se traslada a vivir a España; primero a Sevilla, donde pasa varios años de su vida y más tarde a Madrid, donde se le pierde totalmente el rastro.Cuenta la historia que Bruno Amadio pintó un total de 27 cuadros en esta serie y que todos los niños vivían en orfanatos o casas de beneficiencia.En dichos cuadros, Giovanni Bragolin, pues con este nombre firmaba sus trabajos, pretendía mostrar el horror de la guerra en las lágrimas de esos niños desdichados y huérfanos, símbolo más que gráfico de las desgracias que dejaba el conflicto bélico allí por donde pasaba.


Al igual que su vida, la leyenda que le acompaña también tiene un origen incierto, ya que Bruno Amadio, harto de ser un pintor mediocre pactó con el diablo para poder tener la fama y el reconocimiento que se merecía. De modo que en muy poco tiempo, sus cuadros se hicieron muy populares y a mediados de siglo eran un tesoro preciado del que se hacían cientos de reproducciones todos los años. A más de uno les sonarán las caras de estos niños pues más de una de nuestras abuelas seguro que lució una de estas copias en el salón. Las casas donde se cuelga uno de estos originales arden en llamas y son fuente de misteriosos poltergueist y fenómenos extraños.

Este es uno de los más famosos, se dice que al girarlo se ve a un pez devorando al niño